El pueblo lo ve desnudo, pero por temor a contradecirlo, no dice nada. Hasta que un inocente niño lo descubre y grita: “¡El Rey está desnudo!”
Se me encoje el alma y siento
el corazón pequeñito
de imaginarte triste
compañero, amigo.
Y no encuentro extremidades
en el cuerpo
suficientemente grandes
para el abrazo que quiero
que con estas coplas quebradas
los abro todo lo que puedo.
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