jueves, 23 de octubre de 2008

Sarkozy y la burra de mi bisabuela

La velocidad y el tocino; el culo y las témporas; Sarkozy y la burra de mi bisabuela. Cualquiera diría que se me ha ido totalmente la cordura. ¿Pero qué tendrá que ver este hombre con un asno? Pues sí: si un cerdo camina a cierta velocidad con insistencia, pierde parte de su tocino; las témporas pueden hacer una predicción como el culo y alguien ha tangado a Sarkozy con el método de la burra de mi bisabuela.


Ha estado toda la tarde mi abuela rezungando a medias (dada su hemiplejia) lo mala que era la burra de su madre (cosas de la hipersenectud). Mi padre ha aguantado estoicamente, pero no ha podido reprimir el comentario. Es entonces cuando mi madre ejerce de traductora: “es que mi abuela Regina tenía una burra que abría el cajón de la mesa con los dientes, daba un mordisco al pan y lo volvía a cerrar con el hocico” y lo hacía sin dejar más señal que la muesca en la hogaza, que si no era la primera, resultaba casi imperceptible.


Así mismo, poco a poco y sin que apenas se notara, parece que unos hackers han detraido pequeñas cantidades de dinero de la cuenta del “amigo Sarko”, que no debe de ser precisamente descuidado habida cuenta del razonable patrimonio que ha de tener. Todos podemos pensar que no nos pasará, que somos más listos y más cautos, pero la habilidad para distraer cosas ajenas es algo inmemorial. Acostumbrados como estamos a darle versátiles bocados a nuestra cuenta corriente, no es fácil dar con la huella de la dentadura de un disimulado pollino intruso. Así que ojo con los números, amigos y amigas.


A la burra la pillaron por incauta, ya que alguna vez desvirgó la hogaza y eso, en aquella época era delito dentro de la familia, lo que llevó a poner vigilancia al alimento base. En una de éstas, uno de mis tío-abuelos observó agazapado la operación y dio parte de la autoría. Por suerte para la jumenta, la gracia de la peripecia le otorgó el indulto y aquello se convirtió en un espectáculo familiar. A falta de cine, veían actuar a una asna de guante blanco por el módico precio de unas migas de pan.


Y, hablando de cine y de virtuosos burlones, aprovecho para recomendaros una peli: “Nueve Reinas” . Es del año 2000, pero seguro que la encontráis en un buen videoclub. No os arrepentiréis.