miércoles, 1 de septiembre de 2010

Regar las acelgas silvestres del camino


En romancero virtual
hace tiempo que no escribo
Estuve por viejo campo
y encontré un poco de atino
pa rodearme de rodeas
encarnadas de paño fino
y con corta azada dar
al terruño buen aliño
y revolver la ensalada
con el cabo de un rastrillo.
Saber la hora por el Sol
no era atributo divino;
a cada trago yantar
apetencia hecha rito;
y lo mejor compartir
con un hermano o amigo.
La noria no saca agua
tampoco el pértigo herido
porque en los campos, detrás
se cosechará pronto el vino.
La regaliz brota en huerta
abandonada sin tino
y las acelgas silvestres
se esparcen por el camino.


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